En 1998 a mis 30 años llegó la numerología a mi vida de la mano de una maestra a quien pienso con mucho cariño pues su mensaje hizo un eco muy profundo y permanente en mi ser. Debo decir que la numerología además de parecerme muy acertada, me dio las respuestas que nunca habían encontrado a algunas preguntas que me habían inquietado acerca de mí mismo. No en vano los números hacen parte de la base de las matemáticas y su lógica. Esta maestra también me enseñó acerca del péndulo y su uso. Desde entonces péndulo y numerología han sido dos herramientas determinantes en mi camino para ayudarme a mí mismo y a muchas de las personas con quienes me he cruzado en mi andar.
Algunos años más tarde, supongo que cuando yo ya estaba listo, los ángeles fueron entrando en mi vida poco a poco y de una manera muy sutil. Ellos fueron llenando muchos de los espacios que sentía vacíos y otros que ni siquiera sabía que integraban mi ser, aunque eran parte de mí. Este proceso además de relacionarme con los ángeles también fue un proceso de autoconocimiento y de relacionarme conmigo mismo, y aunque es claro que todos estamos en cada momento en algún punto de dicho proceso, cuando se involucra la compañía de los seres angelicales se camina con un propósito y hacia una meta. Lo cual no significa que el camino sea más fácil, pero si pienso que es menos disperso y más productivo.