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En 1998 a mis 30 años llegó la numerología a mi vida de la mano de una maestra a quien pienso con mucho cariño pues su mensaje hizo un eco muy profundo y permanente en mi ser. Debo decir que la numerología además de parecerme muy acertada, me dio las respuestas que nunca habían encontrado a algunas preguntas que me habían inquietado acerca de mí mismo. No en vano los números hacen parte de la base de las matemáticas y su lógica. Esta maestra también me enseñó acerca del péndulo y su uso. Desde entonces péndulo y numerología han sido dos herramientas determinantes en mi camino para ayudarme a mí mismo y a muchas de las personas con quienes me he cruzado en mi andar.


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Algunos años más tarde, supongo que cuando yo ya estaba listo, los ángeles fueron entrando en mi vida poco a poco y de una manera muy sutil. Ellos fueron llenando muchos de los espacios que sentía vacíos y otros que ni siquiera sabía que integraban mi ser, aunque eran parte de mí. Este proceso además de relacionarme con los ángeles también fue un proceso de autoconocimiento y de relacionarme conmigo mismo, y aunque es claro que todos estamos en cada momento en algún punto de dicho proceso, cuando se involucra la compañía de los seres angelicales se camina con un propósito y hacia una meta. Lo cual no significa que el camino sea más fácil, pero si pienso que es menos disperso y más productivo.


Cuando tenía como 38 años una de estas personas me dijo: “A los 46 años vas a recibir un regalo de vida” y aunque le hice varias preguntas al respecto, no pudo darme más información, solamente que a los 46 años recibiría un regalo de vida, que por más de ocho años esperé impacientemente… la paciencia es una de mis lecciones más difíciles por aprender. Y si era un regalo de vida entonces tendría que ser una gran sorpresa, como el trabajo de mis sueños, el premio mayor de la lotería, la casa soñada o cualquier cosa grandiosa de ese tipo.

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Durante estos años de espera, cuando tenía alrededor de los 42 años, apareció otra de las grandes maestras de mi vida, tal vez la más impactante y sabia. De su mano aprendí a soltar muchos de mis miedos, a descubrir muchas de mis fortalezas y talentos y a incursionar en temas que, aunque siempre me habían parecido maravillosos, nunca había encontrado la puerta para ingresar a ellos. Y ¿Cómo? si ni siquiera sabía que verdaderamente hacían parte de mis mundos, aunque siempre hicieron parte de mis inquietudes más intensas, los deseaba, los soñaba; estos espacios en los que logro realizarme al 100 por ciento y en los que sonrío cada vez que me desempeño. Bajo la tutoría de mi nueva maestra quien me incorporó a su grupo de discípulos encontré amigos para siempre, mundos de conocimiento que nunca había siquiera imaginado y además aprendí el manejo de herramientas, prácticas y procedimientos que siempre pensé que nunca podría utilizar. Runas, tarots, limpias, perfeccioné el manejo del péndulo y mucho más, pero lo más importante es que pude dar forma y sentido a todo el aprendizaje y el conocimiento que había adquirido por años, por fin tenía un maletín de trabajo, grandioso ¿verdad?. De la mano de mi maestra pude en verdad descubrir mi camino, fijar mi norte.

Ahora ya podía verdaderamente avanzar. Ahora dependía solamente de mí, con todos los miedos que significaba no continuar bajo su guía, pero sin opciones tuve que moverme, aunque no se trataba solamente de caminar…No se da un paso si no se está listo para avanzar, a medida que se avanza hay que abrir el camino propio y lo más difícil hay que estar listo para este camino. Esto que no es otra cosa que un proceso de auto conocimiento requiere de mirarse en un espejo que lo evidencia todo poco a poco, lentamente, ante el observador a quien no podemos siquiera intentar engañar… uno mismo. Lo fácil de esta historia es que limpiarse para el camino, aunque es un trabajo más que difícil se resume en una sola palabra SOLTAR… Lo difícil de esta historia es SOLTAR.

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Cuatro años más tarde, toneladas de costales menos a mis espaldas y cuando ya estaba a punto de cumplir 47 años, con la certeza de que en mi año 46 había recibido no uno sino muchos regalos de vida, pero con una incertidumbre intensa de no saber de cual se trataba, estando en la cima de la Pirámide del Sol en Teotihuacan en México, me dijeron al oído “ESTE ES TU REGALO DE VIDA, ES SANACIÓN”.

Podría elaborar mucho más el relato de esta parte de mi experiencia con detalles, más fascinantes unos que otros, pero voy a saltar al presente, un lapso respecto del cual puedo decir que SANACIÓN fue solo el primero de los dones que me fueron anunciados. Que a través de sanación he sido participe de muchas historias maravillosas, como instrumento en la mano de Dios y con la ayuda de muchos ángeles y maestros ascendidos, quienes me han guiado y permitido trabajar con ellos, al servicio de todos aquellos he tenido la bonita fortuna de ayudar a sanar, pues al sanar ellos también he sanado yo. Muchas experiencias vividas a lo largo de un capitulo de mi vida que a veces me parece irreal, que empecé a protagonizar hace más de 20 años y que siento que simplemente estoy a punto de empezar.


Con infinito amor te comparto mi regalo de vida – SANACIÓN